Las personas de alrededor observan cambios ante la sospecha de una posible adicción. Cambios en el comportamiento de la otra persona, en su estado de ánimo, en sus rutinas, en los hábitos básicos (sueño, alimentación, higiene). Pueden aparecer problemas económicos, problemas laborales o escolares, problemas en la relación con los demás, abandono de actividades o responsabilidades. Además, hay que atender a la sintomatología física propia derivada de un posible consumo.
Cuando detectamos varios de estos signos, es importante intentar hablar sobre ello con el propio afectado para confirmar nuestras sospechas, recurriendo si es necesario a un profesional que nos asesore sobre cómo abordar esa conversación. No podemos obviar que la decisión de realizar un tratamiento en adicciones es completamente voluntaria y no se puede forzar a nadie a realizarlo si no tiene motivación propia. Lo que sí puedes hacer es hablar con él/ella sobre los diferentes tratamientos que hay y explicarle las ventajas que puede tener el que realice un tratamiento de cara a favorecer dicha motivación.